En el seno de la sociedad tairona la producción de objetos metálicos se orientó hacia los adornos personales, aunque ciertos emblemas sólo fueron prerrogativa de las elites, como los grandes pectorales con figuras de hombres-animales. Esta sociedad orfebre, como otras de la zona colombiana, sostuvieron la idea, reflejada en los pectorales, de un Cosmos integrado por varios niveles o mundo superpuestos, conectados e interdependientes, cada uno con peculiaridades y seres propios, a los que se asociaban colores, olores, animales, plantas y espíritus. El Universo se componía, entonces, de una dimensión material visible y de otra espiritual-inmaterial, muy poderosa y oculta para la mayoría. Los pectorales repujados del período Nahuange (entre 200 y 900), presentan personajes masculinos en posición desplegada, ataviados con adornos y grandes tocados en abanico, y son llevados en andas por figuras humanoides o animalescas: murciélagos, aves, reptiles. En el pectoral de la imagen vemos una figura, quizá representado al sol en su desplazamiento, con varios animales en la parte inferior y un gran tocado en la cabeza. Las cosmologías dictaban las normas para las relaciones con la naturaleza; solía ser un rasgo común que el hombre se considerara a sí mismo parte de su medio; es decir, sociedad y entorno natural conformaban una unidad. Muchas veces, en este sentido, la cacería se asimilaba a un acto de seducción del cazador hacia su presa, o hacia una relación de reciprocidad, según la cual el cazador, al capturar la presa, debe dar una retribución, en forma de cantos, bailes u ofrendas de diverso tipo.
Prof. Dr. Julio López Saco
No hay comentarios:
Publicar un comentario